“No sabes qué film has hecho hasta que no se proyecta en una pantalla grande”
Alfonso Rivera/Cineuropa
El cineasta madrileño indaga en conceptos como la salud mental y las segundas oportunidades en su último documental, protagonizado por Eva, quien se enfrenta a una nueva fase vital.
Miguel Eek (nacido en Madrid, pero criado entre Barcelona, Estocolmo y Mallorca) está inmerso en el universo del cine de no ficción, pues no sólo estrena ahora La primera mujer sino que dirige también el festival MajorDocs.
Cineuropa: ¿Qué tal fue la última edición del certamen, en octubre?
Miguel Eek: Muy bien, porque tuvimos a los ocho directores invitados, pues seguimos con la fórmula de experiencia lenta y con pocas películas, sin contraprogramación. Fue una inmersión en los procesos creativos, con gente que habló también de trabajos en los límites del cine. Este tipo de encuentros son rarezas, pues lo habitual en un festival es ir mucho al cine, y aquí los cineastas hicieron familia, lo cual fue bonito.
Hablando de festivales, con La primera mujer también has estado seleccionado en varios…
Ha sido un año muy raro, porque estrenamos en IDFA, el más importante de cine documental, al que no pude acudir: fue agridulce porque hasta Málaga todo estuvo marcado por lo híbrido, y no pude ir a muchos, aunque en Full Frame o Docaviv, y varios en EEUU, lo on line me permitió sentir la reacción del público. Pero a partir del de Málaga pude, como autor, sentir la película de verdad: no sabes qué film tienes hasta que no lo ves proyectado en una sala grande, donde escuchas las reacciones de los espectadores, las risas, la respiraciones, la emoción contenida… La protagonista de mi película tiene una vida difícil, de superación, pero su mirada original sorprende y hace reír: eso lo constaté en los pases presenciales. Me gustan las películas que te lanzan desde lo dramático a lo cómico. He pasado todo el proceso de la pandemia con La primera mujer: por fin se estrena en salas, aunque condicionada por un embudo brutal de todo lo pendiente por exhibirse. Pero en conjunto, ha sido todo un aprendizaje muy rico, en esta época tan convulsa.
El personaje central, Eva, ha sido también algo musa del film, ¿no?
Yo tenía gran curiosidad en acercarme al tema de la enfermedad mental a través de una historia personal. En Ciudad de los muertos (2019), me había aproximado a la muerte a través de los trabajadores de una institución, así que ahora me imaginaba una película más coral a través de los pacientes de un hospital psiquiátrico; pero cuando estuve impartiendo un taller de cine documental allí, hubo un personaje que destacó con luz propia por varias razones: por ese carácter suyo tan entusiasta, empático con su realidad y la de los otros; una chica que estaba allí pero ya no debería estar allí, sino que por cuestiones de logística no le encontraban una casa donde empezar una nueva vida. Seguía en un lugar brutal alguien que ya está en un proceso de sanación, o por lo menos puede llevar una vida más normalizada. Ese sueño de volver a empezar y salir me pareció estimulante y la propia complicidad/amistad que se generó entre nosotros detonó en mi propuesta para hacer una película sobre ella sola. Eva entendió que en su historia había algo luminoso, pero al mismo tiempo tenía sus miedos y desconfianzas, siendo un trabajo largo y complejo, y al final éste es un film sobre nuestra relación. No fue fácil, pero fue un aprendizaje también para mí, sobre mis propios tabús.
Además, rodar en un centro psiquiátrico no sería sencillo.
Tuve la suerte de que la dirección del hospital entendió lo positivo de visibilizar cualquier historia que ocurriese dentro, estando por la labor de abrir puertas y que la gente entre y conozca, pues es un lugar cargado de tabús: el cine ha contribuido mucho a crear un imaginario de gente agresiva dentro… Y no es así: encontré allí gente con mucho amor, con ganas de ser amados también, con historias muy duras. Yo me centré en Eva, más que en intentar retratar una institución, no apareciendo otros usuarios, y tuvimos bastantes facilidades: fue un proyecto inmersivo de dos años, los pacientes se fueron olvidando del equipo de filmación y fue surgiendo la naturalidad.
Pero hablar de enfermedad mental no resulta cómodo…
Ahora mismo el tema está en boga y hay interés incluso por parte de los políticos, hablándose más del tema, lo cual espero que favorezca a la película y ella a este debate necesario, pero hace cuatro años no estaba en las agendas, aunque tuvimos apoyo de los fondos públicos autonómicos y de la televisión de las islas Baleares.