Xavi Herrero-IBZCF
La Directora de «My Mexican Bretzel», Nùria Giménez Lorang, nos contó todos los secretos (que no son pocos) de la película más sorprendente del cine español de esta temporada. ¿Ibiza es Lovedyn?
Esta semana, el Cine Regio cumplía 90 años de proyecciones en la Isla y sugiere, en cierta manera, un viaje al pasado, una sala de Cine con mayúsculas, que mantiene una atmósfera vintage que la hace única.
El Regio resultó idóneo para la proyección de otro viaje al pasado de la mano de «My Mexican Bretzel», la personal y rompedora propuesta de la realizadora Nùria Giménez Lorang, aunque el destino se encaprichó en que coincidiera el primer día en que se permitía el consumo de palomitas en la sala, con una película donde el silencio tiene el máximo protagonismo.
Los más de 80 espectadores que salieron de sus casas con paraguas, cayeron en el embrujo de esta película inclasificable, una poción mágica creada a fuego lento durante 7 años.
Obviando el debate de palomitas si, palomitas no, y citando a Abbas Kiarostami que afirmaba que una película es un crucigrama creado por el autor que el espectador tiene la misión de completar, «My Mexican Bretzel» no nos deja opción a imaginarnos, cuando la disfrutamos por primera vez, a ir más allá de este contundente relato personal, escrito en primera persona del diario de una mujer (Vivian Barret) de clase alta y acomodada, que convive con todos los elementos ideales de un gran melodrama: el regreso de una guerra, un matrimonio aparentemente fascinante pero con dudas, grandes viajes y un amante secreto.
Pero, una vez destapada la verdad de esta película por su propia creadora y volviendo a la propuesta de Kiarostami, el espectador puede crear de nuevo, un crucigrama con multitud de sinónimos que coinciden con la estructura propuesta. Un efecto único en una película única, una clase magistral sobre didáctica entre imagen y sonido o más bien de sonido e imagen en el cine, curiosamente, desde la ausencia. Como en una acuarela, donde el blanco se construye sin color. El papel desnudo, el cine desnudado.
Técnicamente, destaca el gran trabajo de remasterización de las bobinas de Súper-8 y 16mm originales. Tal es la calidad y textura conseguida, que al observar el pasado con esta propuesta , puede incluso envolver al espectador en una sensación onírica.
La mirada feminista al fisgar en las intimidades de una mujer a la sombra de un marido retratado como un triunfador, se acentúa al ser ella víctima de otro juguete de él, la cámara de 16mm, que da pié a cuestionar el porqué de hacer cine e incluso incomodarnos para hallar respuestas a preguntas como:
¿Necesitamos subjetivizar la realidad que vivimos constantemente? ¿Necesitamos mentir?
Una película que tiene un after infinito, una película inmensamente libre, que cada uno puede llevar a su terreno, como un espectador que afirmó en el Cine Regio, que Ibiza es Lovedyn (un exitoso invento farmacéutico creado por el marido de Vivian, que resulta ser placebo) y es que como afirma uno de los personajes de «My Mexican Bretzel», Paravadin Kanvar Kharjappali:
«La mentira es solo otra forma de contar la verdad»