Vilar do Courel es una pequeña aldea escondida entre las montañas lucenses (Galicia, España), que con sus últimos alientos resiste a la desaparición provocada por el despoblamiento y el envejecimiento del mundo rural. Sus tres últimos habitantes son los guardianes de un espacio sin tiempo, que transita su pasado y mira hacia su futuro desde un presente vacío, inmóvil y frágil. Con la llegada de Branca desde Barcelona para visitar a su abuelo la realidad del pueblo comienza a transformarse. Durante los días, los vecinos viven su cotidianidad en soledad, pero con la llegada de la noche se activa inconscientemente su memoria. Recuerdos del pasado y antiguas leyendas guían a los personajes a través de bosques mágicos y caminos olvidados. Un espacio onírico parece flotar sobre el real, colándose por sus rendijas, inundándolo cada vez más y amenazando con descontrolarse. Tanto personajes como forma se sitúan así en el terreno de los sueños y la memoria como límite entre dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, la resistencia de lo real y su re-construcción como retrato. En el interior de este cortometraje están conservadas las voces, gestos y rostros de quienes lo habitan, como rastro o huella de sus vidas, convertidas en historia.